La reciente investigación del caso de colusión de las empresas de gas Indura y Linde, nos lleva a preguntarnos cuál es el rol del gobierno corporativo en situaciones como esta. Los directores tienen el mandato de asegurar la integridad y transparencia de la organización, garantizando la sostenibilidad a largo plazo de la compañía.
Para erradicar este tipo de conductas, el directorio debe ir más allá de las respuestas inmediatas y diseñar estrategias a largo plazo que integren la ética dentro de la organización. Un aspecto fundamental de esta visión es la gobernanza y el control interno. Los directores deben garantizar la existencia de mecanismos internos sólidos de supervisión y control para identificar y mitigar riesgos antes de que se conviertan en posibles crisis.
Estos mecanismos incluyen auditorías internas regulares, evaluaciones de riesgo y la implementación de políticas y procedimientos claros que aseguren el cumplimiento de normativas y estándares éticos. La delación compensada y la entrega de antecedentes por parte de la misma compañía son primordiales para garantizar la transparencia e integridad de la organización. Esto actúa como un incentivo para denunciar irregularidades y proporciona un marco para que la verdad salga a la luz y se tomen medidas necesarias y correctivas.
La reunión entre Indura y Linde marcó el inicio de un acuerdo que reemplazó la competencia por una colaboración estratégica que buscaba evitar agresiones mutuas y aumentar la rentabilidad. Fue a través de la confianza y una comunicación fluida que Indura y Linde lograron crear una relación de estabilidad en el mercado y operar sin presión de competencia. Sin embargo, bien sabemos que este tipo de acuerdos no solo distorsionan el mercado, sino que también afectan a una amplia gama de consumidores y otros actores del sector, como sus propios stakeholders.
El gobierno corporativo debe asegurar que las empresas implementen prácticas sólidas de gobernanza y control interno. Estas prácticas incluyen transparencia en la toma de decisiones, responsabilidad con la rendición de cuentas y comunicación clara y efectiva con todas sus partes interesadas.
Una gobernanza sólida y un control interno eficaz son esenciales para gestionar casos como el de Indura y Linde. La implementación de estas prácticas no solo ayuda a superar crisis, sino que también prepara a las empresas para enfrentar desafíos futuros. Este caso muestra lo importante que es tener un gobierno corporativo proactivo, transparente y ético en su gestión, y cómo sus acciones pueden influir en el futuro y la integridad de las organizaciones.
Directora Ejecutiva del Instituto de Directores de Chile