Chile vive una crisis de confianza, enraizada en lo comunicacional y en la carencia de diálogo.
Esta crisis comunicacional genera un diálogo de sordos, con las deplorables consecuencias y sensaciones que vemos hoy en la ciudadanía. Desde el mundo empresarial no estamos ajenos a efectos similares en nuestros gobiernos corporativos si se ausenta el diálogo en la relación de los gerentes con sus directorios.
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Datos del estudio del Instituto de Directores sobre la relación entre gerentes y sus directorios demuestran eso: 63% de los gerentes dice recibir feedback a veces o nunca desde su directorio; solo un 34,3% cree que su directorio maximiza el valor de largo plazo de la compañía y un 27,8% comenta que no existe seguimiento de los temas abordados en las sesiones de directorio.
Estos resultados destacan dolores concretos, silenciosos, propios casi de la apatía. De perdurar, esto traerá un problema al directorio, a su capacidad de responder con resiliencia, a su capacidad de anticipar, preparar, responder y adaptarse a un entorno cambiante. Los directorios deben centrarse en desarrollar la resiliencia de la organización en diversas áreas como la gobernanza, el talento, la cultura, los factores sociopolíticos, la sostenibilidad ambiental y la tecnología, entre otras.
Lo anterior se logra en constante coordinación y comunicación con el gerente general y su equipo. Navegar en aguas inquietas, cambiantes, aceleradas requiere que los tripulantes se tengan confianza, conozcan cada cual su labor y puedan llevar el buque al puerto establecido. Esto implica no solo cumplir con los requisitos reglamentarios, sino también prepararse y adaptarse a variados cambios vertiginosos. Y para ello, requieren canales sólidos, efectivos, transparentes de información entre directorio y administración.
¿Cuál sería el antídoto para que nuestros gobiernos corporativos no caigan en la desconexión? Implementar un modelo de comunicación efectivo, que incorpore mecanismos de retroalimentación entre gerentes y directorio para que ambas partes logren un conocimiento real de las percepciones del otro.
De no implementarse, los gobiernos corporativos podrían caer en un diálogo de sordos, en conversaciones de mimo y en una desconexión con el propósito común, que se nutre del trabajo en equipo y personal de fortalezas y debilidades.
Fadua Gajardo Pineda.