Si no soy el alumni más joven del IdDC, debo estar muy cerca. No sé si el primer millenial de la camada, pero estoy seguro de que no seré el último. Como dice mi cita favorita: “Lo único constante en la vida es el cambio”, el mundo en el que vivimos cambió y las empresas que no logren adecuarse a las nuevas reglas del juego están destinadas a morir.
Cuando hablamos de empresas que no logran adaptarse siempre pensamos en Kodak o Blockbuster, y mirando para atrás es inevitable pensar que uno lo hubiera hecho mejor. Pero detrás hay algo que les impidió anticiparse al mercado y reaccionar a tiempo. Yo creo que esto se debe a directorios y administraciones invadidos por la mentalidad de “equipo que gana repite”, muy reacios a cambiar su modelo de negocios e innovar.
Del otro lado de la vereda están las start-ups. Empresas pequeñas y ágiles. Un prueba y error constante hasta dar con la gallina de huevos de oro. Y así, vivimos en una era en la que el mayor operador de transportes del mundo no es dueña de la flota y en la que el mayor operador hotelero no es dueño de ninguna pieza. El mundo en el que vivimos cambió sin dar aviso. De una manera rápida, drástica e incluso me atrevería: implacable.
¿Cómo hacemos entonces para que las empresas más consolidadas se renueven y se parezcan más a las start-ups? Mi solución es simple pero radical: diversidad. La diversidad enriquece, agiliza y hace resiliente a las empresas.
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Los directores del cambio
Las empresas modernas necesitan directores que usen regularmente Instagram y TikTok. Que en vez de golf o tenis jueguen Fortnite o hagan Yoga. Que reciclen y se preocupen del planeta como forma de vida y no sólo cómo RSE. Necesitamos directores comprometidos con las causas sociales y por supuesto también necesitamos directores LGTBQ+. Al mando de nuestras empresas necesitamos gente audaz, gente cool.
En mi empresa hablamos siempre de arroz con pollo. El arroz con pollo a nadie se le antoja, pero es una tremenda comida para no complicarse la vida. Desde mi punto de vista, los directorios hoy día en Chile, sobre todo de las empresas más grandes, son bien arroz con pollo. Todos más o menos parecidos, limitando el riesgo. A mi al menos me gustarían menos directorios arroz con pollo, pero más preparados para los desafíos que la sociedad nos va a poner por delante. Desafíos que tanto la pandemia como el estallido social nos demostraron que simples no van a ser.